Esperaba tranquilo en el parque. Perseguía con su mirada las aves que con nerviosos movimientos picoteaban en busca de algo ofrecido por algún buen samaritano. Las formas del agua que brotaba en la fuente atraía su atención, correspondiendo a la necesidad de distraerse en algo y no sentir la tortuosa espera de la mujer dueña de su corazón. Aquella que había logrado devolverle la sonrisa sincera y espontánea, la misma que en parte le hacia sentirse invencible cada que estaba junto a él. Esperaba con anhelo verla, ver su cabello negro como el azabache, su piel blanca como la nieve, sus ojos claros como el agua de un manantial, sus labios rojos como la sangre más pura. Toda una diosa Terrenal.
Vestía el mejor de sus trajes, se había aplicado su mejor loción. El momento lo ameritaba y la mujer a quien esperaba aún más. Los nervios empezaban a gobernar su mente, hasta que... por fin llegó su amada, la mujer con la cuál por muchas noches soñaba vivir por el resto de sus días. Aquella por la que estaría dispuesto a darlo todo.
Llegó sin la característica sonrisa de siempre. ¡Estará nerviosa! - pensó él - una vez llegó junto a él, su mirada fue la más llena de tristeza que él jamás había visto. Entendió de inmediato que algo no andaba bien. Quiso preguntar primero, ella se adelantó tocándole la mano, con su mano suave como la más fina de las sedas, lo cual lo puso en un estado casi catatónico.
Se quedó pasmado ante la presencia y el roce de la piel por parte de su diosa. Le costaba contener la respiración y mantener la cordura, debido a lo extraño del encuentro, a lo extraño de su mirada; está situación no la tenía contemplada, esperaba un inicio del encuentro más acogedor, más cálido y no con la frialdad que se apoderaba del momento.
Le soltó la mano, lo miró fijamente y su mirada cambio de tristeza a frialdad. El brillo de sus ojos se opacó. Instantáneamente él se dio cuenta que se venía algo tan opaco y triste como la mirada de ella.
Se quedó mirandola fijamente esperando sus palabras, las cuales no tardaron en salir de la boca de su diosa. En el momento fueron palabras, pero se convirtieron en bocaradas de fuego salidas de un temible Titan.
¡Siento decirte, que.....¡No nos veremos más!, lo siento mucho, no quiero continuar contigo. Hubiera querido que esto se convirtiera en algo duradero y bonito, pero no va a ser así. No me pidas razones, no las voy a dar, no quiero agrandar más el dolor que esto ya te está produciendo. Sólo quiero que sepas que eres un gran hombre y que encontrarás a una mujer que realmente merezca ser la dueña de tu alma y tu corazón. Lo siento demasiado, no es un hasta luego, no es un hasta pronto, es simplemente un ADIÓS.
Una vez pronunciado esto, se acercó a él, le dio un beso en la frente, dio la vuelta y se marchó con rumbo al horizonte, perdiéndose entre la multitud de personas que a esa hora paseaba por las calles de la ciudad. Dejando atrás de ella a un pobre hombre destruido por tan fatídica e inesperada noticia.
Se quedó sentado en la silla de aquel parque, le tomo bastante tiempo ponerse en pie y tomar rumbo a su casa, sentía como si una fuerte y gruesa cadena se hubiera atado a su cuerpo y le impidiera levantarse e irse de allí. Después de un largo rato, logró liberar su mente de aquella cadena mental impuesta, ponerse de pie y salir con rumbo a su casa. Una vez en esta, entró derecho a su cuarto, se encerró, apagó las luces y dejó que reinara la penumbra. A partir de aquel momento, nada volvería a ser lo mismo para él
El Sol matutino y abrazador activaba sus baterías e inmediatamente hacia que despertara desorientado y casi que aturdido. Así llevaba incontables amaneceres. Despertando casi hecho un despojo de la vida, despertando a regañadientes a recibir un día que a medida que pasaban las horas de este, se hacia más y más miserable e invivible para él. ¿Las razones de esta situación...? La lucha infructuosa contra ese ser que a diario se hacia más invencible.o sea él. ¿Una lucha por un reino?, ¿por un tesoro?, ¿por un ideal...? ¡No!. Una lucha por lograr vencer los demonios mentales que a diario lo consumían lenta y dolorosamente. Dichos demonios empezaron a despertarse en su mente desde aquella tarde primaveral en la que fue por enésima vez rechazado por una mujer, en este caso la dueña de sus pensamientos. La que siempre había buscado, la que por momentos lo ilusionó con sus muestras de afecto y aceptación hacia él, esa misma mujer que en una tarde primaveral hizo que dicha tarde se convirtiera en el comienzo de un infierno mental. Un infierno grande del cual sólo descansaba cada que dormía. El mejor escape era dormir, y lo hacia por lapsos largos y profundos.
Dormir se había convertido en el remedio que aquietaba dichos demonios que día tras día destruían su mente y su pensamiento y lo hacían sucumbir lenta y dolorosamente en la desesperación, causada por el rechazo, por un rechazo inesperado, por un rechazo que para él no tenía argumentos de peso y era por demás ilógico. Un rechazo que a diferencia de otros ya vividos, lo dejó en un estado mental absurdo y casi al borde de la Locura y la demencia. Un rechazo sin respuesta, sin porqués, solamente eso.... Un rechazo.
Un rechazo que llego cual estrella fugaz, cual destello de luz y lo golpeó como cuándo un rayo golpea ferozmente la faz de la tierra, como cuando las olas producidas por la marea alta golpean con toda su fuerza el acantilado. Lo peor de todo, es que a diferencia de la tierra y el acantilado, no tenía la preparación para recibir tan feroz golpe y mucho menos en aquella tarde dónde su nivel de emoción y de ilusión alcanzó límites que ni el creía sería capaz de llegar a sentir y alcanzar. Aquella tarde en dónde dicha diosa envío su peor golpe, un golpe digno del peor de los demonios.
Nunca más volvió a verla, nunca más volvió a saber algo de ella. Sus días pasaron en una constante guerra contra el olvido de aquel momento. Nunca pudo entender la desilusión, nunca pudo recuperarse de aquella decisión que lo dejaría marcado para siempre.
Pasó un largo y tormentoso tiempo desde aquel suceso. Decidió mirarse en el espejo, el rostro que allí se reflejaba era el de un hombre abatido y destruido, como si un huracán hubiera pasado y lo hubiera llevado hasta el más recóndito y oscuro hoyo de la tierra. Se miraba una y otra vez y cada vez era más difícil comprender el estado en el que se encontraba.
La determinación se apoderó de él. Abrió las persianas de su habitación, llevaba muchos días sin ver las luz del sol en su cuarto. Abrió las ventanas para dejar entrar el viento. Abrió también el guarda ropa, escogió su ropa, fue al baño se afeitó y baño como hacia días no lo hacia. Después de esto, se vistió y decidió salir de su prisión mental, decidió salir de nuevo a enfrentar el mundo, ese mundo del cual se había dejado vencer sin justa causa, sin oponer la resistencia suficiente. Tomo su reproductor de música y paseó escuchando su música por las calles de su pueblo, observando las personas y su alrededor. Decidió jamás volver a sucumbir de esa manera, pero también decidió olvidarse de aquellos seres que lo habían derrotado y enviado a ese infierno personal que nunca debió merecer.
Ahora se le puede ver deambulando como uno más, de arriba abajo por las calles de su pueblo, perdido entre la multitud, como un alma más en el mundo que vive decidido a luchar por él y nadie más, convertido en un zombie con pocos sentimientos, dentro de los cuales está más que descartado el Amor.
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Agradezco Enormemente a mi querida Amiga Laura Medina. Gran parte de este escrito fue posible gracias a ella.
2 comentarios:
Ops... Profesor, nos entrega Usted un corazón de hombre abierto en sentimiento. Es como abrirse la piel y observar como se deshojan las venas letra a letra.
Esperanza, olvido, oscuridad del desamor, faro que interrumpe de luz nuestra ruta y se queda la noche sumida en el silencio y la penumbra.
Despojo total del alma... entrega al olvido y total abandono del amor... despojo de sentimiento que arroja la pena. Un hombre, una mujer; una esperanza, desilusión.
A veces las personas somos tan imcomprensibles que nos entregamos a un ser con tanta fuerza que nos olvidamos de nosotros mismos y cuando nos desilucionamos de aquel ser nos da tan duro que nos encerramos en un sentimiento oscuro y triste, pero siempre hay una que nos lleva a cambiar de pensamientos y segur adelante.......Nada en esta vida tiene dueño...Solo es del momento...
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